jueves, 11 de abril de 2013

LO QUE LA ORUGA LLAMA EL FÍN DEL MUNDO EL MAESTRO LLAMA MARIPOSA

La bipedestación diferencia al ser humano de los animales cuadrúpedos, desde la época del Australopitecos hasta el hombre de Neandertal. El paso de la cuadrupedia a la marcha ha contribuido al desarrollo de la inteligencia del ser humano, nuestras manos eran libres para utilizar todo tipo de útiles, desarrollar ingeniosos inventos, arrastrar y transportar objetos, en definitiva, manipular el entorno, pero al mismo tiempo supuso un grave inconveniente para la columna vertebral, puesto que a merced de la gravedad, está sometida continuamente a numerosas fuerzas y presiones verticales.

La postura bípeda, según estudios de la biología evolutiva, es la mejor solución para evitar la irradiación solar, un individuo en pie recibe menos irradiación solar que un individuo cuadrúpedo sobre todo en las horas centrales del día. Además, al separar el cuerpo del suelo se beneficiaría de las brisas para refrescarse. Por tanto la locomoción bípeda es la mejor solución para recorrer largas distancias expuestos a la radiación solar, cosa que los Runners conocemos bien.
Pero, ¿Cómo llega el ser humano a la postura de marcha? Pienso que si conocemos en profundidad de donde partimos, siempre podremos llegar al origen de los problemas, o a la llave de la solución a conflictos que puedan aparecer a posteriori. (técnicas de reeducación).
El ser humano al nacer ya está provisto de unos reflejos innatos, automáticos, impresos en el código genético de nuestra especie, que nos programan para la supervivencia, así desde el nacimiento el bebé instintivamente nace con ese reflejo de succión y de prensión, uno para alimentarse, el otro para aferrarse al cuerpo de la madre en situación de peligro (cuando disponíamos de vello en todo el cuerpo, el bebé se agarraba con todas sus fuerzas a la madre ante una amenaza).
 El niño/a de dos meses, cuando se le agarra de las axilas, tiende a una marcha automática, aún no ha desarrollado el tono, no controla la cabeza, pero tiene el reflejo de mover los pies al contacto con el suelo, si lo mantenemos vertical.
 Posteriormente, a los 7 meses va a desplazarse reptando, y arrastrándose, “Al reptar, el bebé fortalece su columna vertebral, aprende a coordinar los movimientos de su cuerpo, ya que debe mover al menos dos extremidades de forma coordinada, este hecho propicia el desarrollo de los dos hemisferios cerebrales. Como hemos dicho antes, también se fortalecen los músculos y se prepara al organismo en general para afrontar el siguiente paso que será el gateo” ( http://pequelia.es/8223/el-bebe-comienza-a-reptar/).
A los 10 meses, el infante ya estará preparado para el gateo, primero con el abdomen cerca del suelo para posteriormente evolucionar hacia cuadrupedias más eficaces. El gateo supone un complejo ejercicio de coordinación conectando los hemisferios cerebrales, ayuda al fortalecimiento de los músculos de la espalda haciendo que la columna vertebral se enderezca al ponerse en pie, desarrolla el sistema vestibular y propioceptivo, propiciando al conocimiento del propio cuerpo, ayuda a la adquisición de sensaciones kinestésicas y táctiles de las palmas de las manos propiciando la posterior motricidad fina, incide en la apreciación de distancias, refuerza los músculos oculares, etc. 

 

MESES
DESARROLLO
2 primeros meses
Marcha automática
7 meses
Reptación o rastreo
8 meses
Se mantiene en pie si se le dan las dos manos
10 meses
Gateo (abdomen muy próximo al suelo)
11-12 meses
Gateo como un oso
13-15 meses
Marcha independiente
5-7 años
Marcha parecida a la del adulto

 
Estas habilidades cuadrúpedas, nos vienen dadas por herencia filogenética, en condiciones normales a ningún bebé hay que enseñar a gatear, en nuestro desarrollo como especie homo, nuestros genes tienen grabados el gateo, la cuadrupedia como forma natural de fortalecimiento muscular para preparar el cuerpo para la marcha y la carrera.

Entonces, ¿Por qué nos empeñamos en inventar ejercicios, aparatos tecnológicos, para el fortalecimiento abdominal y del tronco si estamos diseñados para algo tan simple como el gateo, la reptación o la cuadrupedia?

Intercalar en nuestros circuitos de carrera tramos de cuadrupedia nos va a provocar los mismos efectos que a cualquier bebé , por tanto el único motivo que existe para no realizarlo es, al igual que el hecho de correr descalzo, simplemente por aspectos sociales, no está de moda o bien visto salir a gatear, o a andar a cuatro patas; a ninguno de nosotros nos llamaría la atención el ver a alguien destrozándose la columna vertebral haciendo abdominales en un parque, nadie se extraña al ver a un joven haciendo lumbares, cuando lo más eficaz y sencillo de nuevo viene dado en nuestros genes. Que un niño imite a un animal nos resulta gracioso, pero los adultos lo tenemos vetado, en nuestro mundo de adultos andar a cuatro patas no tiene cabida, no estaría bien visto el ir en el descanso de la oficina a cuadrupedias a por el café, aunque eso hiciera que no te dieras en un futuro de baja laboral por lumbalgia. Cuando los adultos están encerrados en gimnasios, polideportivos, o salas de fitness las cosa cambia, aquí un monitor/a inicia en el grupo las actividades, las guía, las conduce, se siente uno respaldado por sus iguales, e incluso disfruta y les parece gracioso. Pero, en público, en un parque, en la playa ,seguramente que no se atrevería a realizar esa tarea motriz. ¡ Maldito sentido del ridículo! que hace que nos de vergüenza divertirnos y no nos da vergüenza el ir estresados conduciendo.
 
Por nuestro estilo de vida actual, malas posturas continuadas, lugares de trabajo poco ergonómicos, calzado inadecuado etc. nuestro raquis sufre continuas presiones en muchos casos con consecuencias irreversibles o reversibles con tratamiento quirúrgico ( lumbalgias, escoliosis, hernias discales, pubalgia etc.) por tanto, tendremos que volver al inicio, a nuestra etapa pueril, a revisar esa parte de nuestra existencia que configuró nuestro ser actual,  a releer los apuntes orgánicos que tomamos cuando reptábamos, a disfrutar de hacerlo, a recuperar nuestra memoria vital, a volver a recorrer el camino de la oruga de vez en cuando, para volver a experimentar de vez en cuando a su vez el vértigo de la mariposa recién salida de su pupa, sin recuerdos de su pasado pero con la fuerza de su presente.