La
bipedestación diferencia al ser humano de los animales cuadrúpedos, desde la
época del Australopitecos hasta el hombre de Neandertal. El
paso de la cuadrupedia a la marcha ha contribuido al desarrollo de la
inteligencia del ser humano, nuestras manos eran libres para utilizar todo tipo
de útiles, desarrollar ingeniosos inventos, arrastrar y transportar objetos, en
definitiva, manipular el entorno, pero al mismo tiempo supuso un grave
inconveniente para la columna vertebral, puesto que a merced de la gravedad, está
sometida continuamente a numerosas fuerzas y presiones verticales.
La postura bípeda, según estudios de la biología evolutiva,
es la mejor solución para evitar la irradiación solar, un individuo en pie
recibe menos irradiación solar que un individuo cuadrúpedo sobre todo en las
horas centrales del día. Además, al separar el cuerpo del suelo se beneficiaría
de las brisas para refrescarse. Por tanto la locomoción bípeda es la mejor
solución para recorrer largas distancias expuestos a la radiación solar, cosa
que los Runners conocemos bien.
Pero, ¿Cómo llega el ser humano a la postura de
marcha? Pienso que si conocemos en profundidad de donde partimos, siempre
podremos llegar al origen de los problemas, o a la llave de la solución a
conflictos que puedan aparecer a posteriori. (técnicas de reeducación).
El ser humano
al nacer ya está provisto de unos reflejos innatos, automáticos, impresos en el
código genético de nuestra especie, que nos programan para la supervivencia,
así desde el nacimiento el bebé instintivamente nace con ese reflejo de succión
y de prensión, uno para alimentarse, el otro para aferrarse al cuerpo de la madre
en situación de peligro (cuando disponíamos de vello en todo el cuerpo, el bebé
se agarraba con todas sus fuerzas a la madre ante una amenaza).
El niño/a de dos meses, cuando se le agarra de
las axilas, tiende a una marcha automática, aún no ha desarrollado el tono, no
controla la cabeza, pero tiene el reflejo de mover los pies al contacto con el
suelo, si lo mantenemos vertical.
Posteriormente, a los 7 meses va a desplazarse
reptando, y arrastrándose, “Al reptar, el bebé fortalece su
columna vertebral, aprende a coordinar los movimientos de su cuerpo, ya que
debe mover al menos dos extremidades de forma coordinada, este hecho propicia el
desarrollo
de los dos hemisferios cerebrales. Como hemos dicho antes, también se
fortalecen los músculos y se prepara al organismo en general para afrontar el
siguiente paso que será el gateo” ( http://pequelia.es/8223/el-bebe-comienza-a-reptar/).
A los 10 meses, el infante ya
estará preparado para el gateo, primero con el abdomen cerca del suelo para
posteriormente evolucionar hacia cuadrupedias más eficaces. El gateo supone un
complejo ejercicio de coordinación conectando los hemisferios cerebrales, ayuda
al fortalecimiento de los músculos de la espalda haciendo que la columna
vertebral se enderezca al ponerse en pie, desarrolla el sistema vestibular y
propioceptivo, propiciando al conocimiento del propio cuerpo, ayuda a la adquisición de sensaciones kinestésicas y táctiles de las palmas de las manos propiciando la posterior motricidad fina, incide en la
apreciación de distancias, refuerza los músculos oculares, etc.
MESES
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DESARROLLO
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2 primeros meses
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Marcha
automática
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7 meses
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Reptación o rastreo
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8 meses
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Se
mantiene en pie si se le dan las dos manos
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10 meses
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Gateo (abdomen muy próximo al suelo)
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11-12 meses
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Gateo
como un oso
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13-15 meses
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Marcha independiente
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5-7 años
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Marcha
parecida a la del adulto
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Estas habilidades cuadrúpedas, nos
vienen dadas por herencia filogenética, en condiciones normales a ningún bebé
hay que enseñar a gatear, en nuestro desarrollo como especie homo, nuestros
genes tienen grabados el gateo, la cuadrupedia como forma natural de
fortalecimiento muscular para preparar el cuerpo para la marcha y la carrera.
Entonces, ¿Por qué nos empeñamos
en inventar ejercicios, aparatos tecnológicos, para el fortalecimiento
abdominal y del tronco si estamos diseñados para algo tan simple como el gateo,
la reptación o la cuadrupedia?
Intercalar en nuestros circuitos
de carrera tramos de cuadrupedia nos va a provocar los mismos efectos que a
cualquier bebé , por tanto el único motivo que existe para no realizarlo es, al
igual que el hecho de correr descalzo, simplemente por aspectos sociales,
no está de moda o bien visto salir a gatear, o a andar a cuatro patas; a
ninguno de nosotros nos llamaría la atención el ver a alguien destrozándose la
columna vertebral haciendo abdominales en un parque, nadie se extraña al ver a
un joven haciendo lumbares, cuando lo más eficaz y sencillo de nuevo viene dado
en nuestros genes. Que un niño imite a un animal nos resulta gracioso, pero los
adultos lo tenemos vetado, en nuestro mundo de adultos andar a cuatro patas no
tiene cabida, no estaría bien visto el ir en el descanso de la oficina a cuadrupedias
a por el café, aunque eso hiciera que no te dieras en un futuro de baja laboral
por lumbalgia. Cuando los adultos están encerrados en gimnasios, polideportivos, o salas de fitness las cosa cambia, aquí un monitor/a inicia en el grupo las actividades, las guía, las conduce, se siente uno respaldado por sus iguales, e incluso disfruta y les parece gracioso. Pero, en público, en un parque, en la playa ,seguramente que no se atrevería a realizar esa tarea motriz. ¡ Maldito sentido del ridículo! que hace que nos de vergüenza divertirnos y no nos da vergüenza el ir estresados conduciendo.
Por nuestro estilo de vida
actual, malas posturas continuadas, lugares de trabajo poco ergonómicos,
calzado inadecuado etc. nuestro raquis sufre continuas presiones en muchos
casos con consecuencias irreversibles o reversibles con tratamiento quirúrgico
( lumbalgias, escoliosis, hernias discales, pubalgia etc.) por tanto, tendremos
que volver al inicio, a nuestra etapa pueril, a revisar esa parte de nuestra
existencia que configuró nuestro ser actual,
a releer los apuntes orgánicos que tomamos cuando reptábamos, a
disfrutar de hacerlo, a recuperar nuestra memoria vital, a volver a recorrer el
camino de la oruga de vez en cuando, para volver a experimentar de vez en
cuando a su vez el vértigo de la mariposa recién salida de su pupa, sin recuerdos de su
pasado pero con la fuerza de su presente.